Por Solimar Vargas
Migrar y emprender para mi van de la mano, hoy como emprendedora gestiono mejor a partir de mi experiencia como inmigrante, son dos palabras que ya no hay forma que salgan de mi vida ni que dejen de formar parte de mi historia. Son mi presente continuo.
Cuando decidí emigrar comencé con la planeación de este nuevo emprendimiento, en esta ocasión era emprender una nueva vida, era volver a nacer, empezar de cero, en un lugar donde no conocía a nadie, este emprendimiento requiria de mi esfuerzo mental, planear, organizar todo, tenía que ocuparme y responsabilizarme de que todo aquello no fallara y si llegaba a fallar estar dispuesta a emprender de nuevo con una idea reestructurada o con un nuevo plan de emprendimiento, como todo emprendedor venía dispuesta a ser flexible, a adaptarme. Pero a pesar de la disposición, las realidades distaban de mis expectativas, así que en el camino tuve que reestructurar-me yo como ser humano. A los emprendedores nos ofertan cursos de marketing, ventas, planeación financiera, como ser y parecer un CEO y manager de esa idea que amamos. Pero nadie nos ofrece formarnos como CEO y manager de nuestras propias emociones, frustraciones y manejo de nuestros tropiezos, ni como reaccionar cuando la impaciencia nos invade al ver que lo planeado no sale como deseamos
«este emprendimiento requiriá de mi esfuerzo mental, planear, organizar todo, tenía que ocuparme y responsabilizarme de que todo aquello no fallara y si llegaba a fallar estar dispuesta a emprender de nuevo con una idea reestructurada o con un nuevo plan de emprendimiento».
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